domingo, 27 de noviembre de 2011

Mi Luna

Desfallecido vi erigirse
en el alba de su agonía
a un cielo somnoliento, aún cansado,
ensimismado en un sentimiento vespertino
que le haría irradiar lúgubres sombras,
ilapso espíritu sumido en oscuridad…

Mas el sol
enardecido de cólera gritó:
“yo tomaré posesión
de toda tu cúspide y tu pasión,
y al mediodía de tu desilusión
cuando palpes en pleno auge mi esplendor,
verás cómo hasta las montañas de pie se pondrán
y como sus faldas levantarán
para lucir el moreno obsesión
que su sociedad llena de envidia les enseñó”.

El cielo arrodillado e inmóvil se quedó
cabizbajo y con sus ojos perdidos en su infinito
desconsuelo sin incentivo ni hombro donde llorar
gemidos sordos que no entienden de escuchar
rodillo en verso de un bravo alardear
que tu espalda encorvada ya no puede soportar.

Pero una fría mano con fuerza te asió
pálida tez, dama blanca,
dulce y atrevida a su oído susurró:
“delante del sol
tomaré mi posición
eclipsando su agrio esplendor
desechando su orgullosa obsesión”.

Así que el cielo se levantó
colmando de brillo y alegría la aurora de su sonrisa
pues vio que siempre hay una mano amiga
para un quebrantado corazón…

Desperté de un sobresalto por éste sueño tan extraño…
Aún aturdido por no saber qué significaba y algo mareado por incorporarme tan rápido, busqué palpando en las paredes, la ventana. Levanté la persiana con premura; fue tal la efusividad, que sonó como el rasguido de un corazón roto cuando el amor te dice adiós por sorpresa. En ese instante, los rayos de sol entraron en cruenta batalla con mi habitación, venciendo a mis ojos aletargados que, cobardes y apabullados, bajaron los parpados a modo de escudo para poder parar de algún modo los golpes deslumbrantes de aquel sol de mediodía. Cuando igualé la contienda, pude mirar a través de mi ventana las sombras que danzaban en la falda de la montaña que vivía dos puertas mas allá; caminaba por el jardín cuando yo no estaba en casa, quizá porque creía que yo no lo sabía. Algún día le preguntaré a aquellos árboles, aquellos que tienen el privilegio de con su sombra tocar su falda, que me digan… sí, que me digan.
Con mis ojos perdidos en el horizonte, tan absorto y ensimismado en mis pensamientos, un hecho insólito sucedía ante mi; como enseñoreándose del sol  y tragándose su luz, la luna se creyó reina y dictaminó que el día fuese noche, llenando de oscuridad un paisaje tan hermoso como muy visto, pero que así tenía un toque especial. Fue en ese instante cuando, como un rodillo que estira el hojaldre y lo moldea a su antojo, mi mente comprendió aquella visión en forma de sueño, pues mi agrio tormento de depresiones y precipitaciones, inundó de lluvia infértil mis campos desolados…
El eclipse pasó como un turista que cree que por ver un monumento ha visto una ciudad, y yo, arrodillado en el suelo de mi habitación, ya no quise levantar la cabeza. Solo el sonido del timbre desterró mi absorto pesar y mi seco llanto, así que como si no hubiera pasado nada me dirigí a abrir. Cuando miré por la mirilla no me lo podía creer, al otro lado de mi puerta estaba mi luna; hoy me toca sonreír…

viernes, 11 de noviembre de 2011

Tu Presentzia


Es la tortura que ahoga sin cura
La herida abierta y desierta de dudas
Que anhela la presencia lejana y liviana
De un bálsamo que calme la ausencia
En tarros de paciencia llenos de eficiencia
Que no hay ciencia ni ataduras
Tan duras que marcan el largo trecho
Que hay entre mi suelo y tu techo de menos…

Que la soga que llevo por bufanda
No apaga de mí este frío que me ahoga
Que en mi hastío veo la sombra que se agranda
Y aparta en punto y aparte el delirio
Que es vicio y suicidio
Por unos instantes unos segundos
Una mirada perdida en la noche
Y de pronto el tiempo se alarga
Más larga y amarga es la espera
Que quiso vivir lejos del frutero
Olvidando pasados pasados en sinceros y positivos
Haciendo del pi una bocina al cuadrado
Siendo la sirena más bella jamás esculpida
Por manos inertes, perennes, enloquecidas
De hallar una magia un camino o sino prohibido
Capaz de lucir la misma sonrisa al dormir y levantarse con ella
Con la que se arropa en la noche
Y se viste en el día opaco de la ausencia de tu presentzia
 que cada día añoro mas y mas….
Y en la batalla canalla por cercar con vallas
Las aceras de ceniza y cera ven a velas
Que diametralmente calaron en la mente incipiente
Del que descubrió y cubrió con amor
Las llagas de un tiempo donde no hubo tiempo de contar el tiempo
Y aprendió a parar todos los momentos y quitarle al tiempo todo su empo
Y así quedarse en un instante donde abrazó lo que más deseaba
Porque todo lo hizo por ti…