sábado, 30 de enero de 2016

El Resurgimiento Rasgado de la Rosa



DESHOJAR

Pétalos marchitos que claman en silencios rotos, destilan húmedas plegarias que danzarinas en el viento expelen esporas que inspiran desidias dormidas, un deliro de olores al sur del letargo donde debajo del manto añejo del firmamento se unen en separadas latitudes las virtudes apagadas de la inocencia, demencia perdida de supernova que en la implosión de la sinrazón coloreó la arteria cenegada de la nostalgia… hiriendo el aire que ahoga.


CAIDA

Flota la esencia perpleja de la ira, se dirige al este o aquel ¡vaya usted a saber! Pues allá donde caiga, alguien pagará por lo que no es suyo la medida desmedida de un suspiro acalorado. Derretida la esencia de la noche, de su intriga, de la austera tenebrosidad que doblega las estrellas, del tintineo errático del silencio, de la nada… se oyó el rasgar atragantado del quebranto, del suspense por no saber que ocurre en las dudas sibilinas del desdén, donde en la espesura del hermético negro que envuelve el instante eterno de un suspiro nubla la cordura de triple lazada.


AMANECER

Tenue… se empieza a vislumbrar el aliento del sol. Se abraza la angustia al fuerte vacio del abismo. La solapada intriga, salada, que rodeaba las cicatrices roídas, que embadurnaba cavernas soeces en litigios austeros, esa ya no está, la humedad de enojados parpados la disolvió. Se levantó sin ganas del sueño desnutrido, bostezando sonrisas de media tinta que fueron esgrimiendo siluetas, tatuando carcajadas en las paredes ennegrecidas del silencio.
Tenue… pero ya se ve la luz.



viernes, 27 de febrero de 2015

Ochenta y ocho besos de menta



El viento mecía entre sus brazos relatos dormidos, susurrados a voces en el palpitar vacío de la volátil noche.

De la nada apareció el todo, y con sus ochenta y ocho besos de menta engalanaron la resquebrajada alma del sediento, alma que se alimenta en secreto de la sonrisa frágil del silencio evaporado, dulce melodía que se acurruca en su pecho dándole un aliento nuevo.

En la sonrojada habitación de un corazón acelerado se traspapelaron todos los planos montañosos de un futuro incierto, creando realidades alternativas sobre las difusas siluetas de verdes miradas, aun tibias por pasados caducados, pero teniendo muy presente que la imposibilidad de lo inconmensurable a veces es factible.

El viento, ahora mece entre sus brazos relatos inspirados, evocaciones sublimes que son silbadas provocando la envidia a los pájaros que están que trinan, pues ven el vuelo majestuoso del alma incansable, reparada, que escucha los susurros a voces en el palpitar desbordante de la eterna noche.

lunes, 13 de octubre de 2014

Ser


Yo, el que he sido y nunca seré. El que soy sin ser. El que siendo no quise haber sido y aun siendo sé que si soy seria simple sutileza del ser.
Sabiendo en demasía del sinsentido y de sus obscenas solicitudes, simplifiqué de un suspiro mi auspicio sublime llegando donde quería ser.
Y si no fuese el que soy pues no sería el ser de ensueño que sonríe sin saber que aún siendo que es se sabe satisfacer del simple hecho de ser quien se es. Y no sé si algún día sabré que es lo que soy o seré, si lo que siento en el otro lado del espejo sigue siendo mi ser o solo es la sentencia sibilina de no ser, si al silbar siluetas sometidas sería yo bajo el escalón o solo la lluvia que gotea bajo mis tormentas silenciosas.
Y sin ser aun no sé si se algo de lo que hay que saber o si se esperan alardes inocentes suspendidos en el aire. Nada sé del sabio ni de la sabiduría insalubre, ni de la satisfacción saciada del sol. Solo sé que no sé nada, y si supiera algo no te lo diría porque sabrías más que yo. Y lo único que solo espero es que me recuerden aquellos que me vieron pasar como lo que un día fui.


Nunca hay que olvidar que somos. Quien hemos sido. Y quien queremos llegar a ser.

sábado, 5 de julio de 2014

Medianoche


Grandes son las caricias de buenaventura que al morir el sol aparecen sigilosas, intuitivas. Se desgastan los minutos entre afiladas carcajadas, abrigo desmedido que ensombrece la rutina y da descanso acurrucado al desván polvoriento del alma. Siluetas en la sombra reverdecen almohadas y el fugaz sendero que te lleva a la luna. No hay instantes renegados en los auspicios del delirio, pues postrado boca arriba enmudecen inquietas yemas, deseosas de sollozar a gritos estandartes melindrosos de insignias difuminadas. Voraz amalgama de medianoche que engulle la simiente de la verdad para desalojar páramos enhiestos, para despojar secos mares, para sumergir en locuras banales la desdicha del porvenir. El desgaste acumulado trajo consigo alabanzas, pernoctando ralladuras olorosas de futilidad. Y al rallar el alba y escurrir su aroma recordarás la tranquilidad que te dieron aquellas palabras lanzadas al vuelo, para nunca pensar más en castillos derruidos en épocas turbulentas.


miércoles, 2 de julio de 2014



Mares del pasado      (primera parte)              

 

Nunca se puede obviar la sinrazón. Entre halos de luz y brillantes reflejos creció neblina espesa de mediodía, un anhelo inmutable de sueños que galoparon sigilosamente hacia lo más hondo del alma consiguiendo que se desvaneciera aquella luz y creciendo un anhelo que se posicionó en primeria línea de batalla. Una decisión cimentada en la ilusión, tan fuerte que fue capaz de romper todo lazo de unión al pasado, capaz de olvidar toda dádiva y todo don perfecto, y secuestrar en la cárcel del corazón toda perspectiva que la mente quiso dictaminar.

Pasó el tiempo y tiempos y tiempo y medio y no fue la genialidad inherente de las nostalgias lo que hizo recapacitar a tantos años perdidos, sino que fue la extinción implacable de aquella falsa ilusión que entre el querer y no poder desgastaron cada una de las frases que jamás se dijeron. Ni siquiera el fruto de la pasión fue una posible solución, más bien fue una carga angosta que reflejaba en sus ojos tanto dolor, tanta rabia desconcertada, tantos errores... Pero todos aquellas liturgias entumecidas que aún dañan cada poro de la piel fueron la llave para regresar a la luz , para atar el alma arrepentida a cuerdas de seda, para estabilizar el timón de un navío azotado por tempestades, para calmar la sed de un desierto ensimismado.

Y ahora no sólo quedan las batallas que nos regalan las incertidumbres, sino que todas aquellas batallas abiertas sin pensar se acumulan sobre éstas, y la carga de un escudo oxidado parece no servir de ayuda. Mas enluce la agonía, despoja viejas heridas con ironías ensimismadas, despilfarra las sonrisas que envolvieron la alegría, nunca es tarde para volver a empezar y crear nuevos caminos donde pasear.

La sinrazón domina cada una de las huellas que dejamos marcadas en la arena de nuestras venas. Simplemente hay que saber dominar y quitarse el sin para guardarse en los bolsillos la razón. De esa manera podrás conseguir quitar ese nerviosismo nefasto de dudas que no te deja continuar ni apreciar lo bueno que tienes y así, sobre ello, volver a construir palacios sobre las ruinas de cabañas quemadas.

 

Tempestades en ciernes     (segunda parte)

 

En amalgama difusa de sauces y holocaustos exprimidos, se esconden lágrimas tras una represa de delirios y actuaciones comedidas. Baila la esencia del viento en tremebundos espejismos ignorando que en la palma de la mano reposan caricias lejanas de rosa y esmeralda. Deja que el susurro de legañas disipadas revoloteen entre los dedos y que en vacíos bolsos de sabia abunden conocimientos despiertos. No se puede ahogar la seca desidia de un pasado, solo se debe aprender a surcar las olas y los adioses de palo. Tempestades en ciernes quieren de nuevo en ocasiones dilapidar todo lo que el ancla conservó, iza velas y las estrellas guiarán, aprende a navegar...

 

lunes, 23 de junio de 2014

Silencio





¡Silencio!


     Voces que evocan silencios

            y sonidos abstractos

                    que deforman oídos

                             maldiciendo las entrañas del viento.

 

¡Silencio!

     Voces acongojadas suplican

             en sátiras dudas

                      y sonidos inmolados

                                 desprecian la sabia enraizada

                              
                                        de bosques muertos.



¡Silencio!

     Silencio...

             deja que se apaguen las voces

                     que se atraganten los sonidos

                              que caiga al suelo la pericia desdichada

                                       que no haya más griterío desbocado

                                              que duerman para siempre en el olvido.  

 

Dejad solo al silencio hablar

           y al murmullo de la nada,

                   tan audaz e imprevisible

                           que erguido sobre sus desordenes

                                    improvisó un camino distinto…

                                                               
                                                                                          callado.
 


viernes, 20 de junio de 2014

Triste Figura

En pasos agigantados se enhebraron caminos obsoletos intentando discernir qué clase de olor era aquel que embriagaba cada suspiro que emanaba de dedos insensatos. En aspavientos desorbitados imaginó cómo poder atravesar campos de hierba alta y evitar aquel camino inventado, pese a todo decidió girar la cara en mueca irresoluble y no mirar atrás. El peso de suelas que suelen pisotear pisadas rompió con el ritual constante de aguaceros de media noche. La larga alcoba de trenzados ilarismos desdibujó el entrecejo desvirtuado. Y a la sentencia que trajo el crujir de dientes se le hizo oídos sordos.

 Allá guardado en cajones polvorientos se guardaron sucias prendas desnutridas, sacudida alfombra de ceniza que estrangula los poros que intentaron respirar y en el amanecer nublado de alicaídas miradas se cerraron perspectivas intuitivas y dejaron en tumbas inconscientes todos los instantes que ya no tienen valor.

Voló la noche y los párpados no cejaron en su empeño de abrir todos los sueños, ventanas medio abiertas, brisa pasajera y un susurro que acobardado se pasea por los pasillos quebrando el silencio, respigando las pareces y dejando escrito initium novum…

 



(Cuenta la leyenda que más allá de la memoria y lejos de acordarse de lugares insondables, donde el sol agobiado se abanica boca abajo y Rocinante ya no quiere cabalgar, un caballero surgió con apasionado fantasear. Proclamó su amor incondicional a la más grande dama del Toboso y su fiel escudero con paso firme le siguió. No se halló jamás en su mano el temor y bajo el estruendo arrollador de historias en su mente nunca desfalleció. Aquel de la triste figura que en plausible locura mil senderos trilló, fue dueño y señor de enigmas aun por descubrir…)