DESHOJAR
Pétalos
marchitos que claman en silencios rotos, destilan húmedas plegarias que
danzarinas en el viento expelen esporas que inspiran desidias dormidas, un
deliro de olores al sur del letargo donde debajo del manto añejo del firmamento
se unen en separadas latitudes las virtudes apagadas de la inocencia, demencia
perdida de supernova que en la implosión de la sinrazón coloreó la arteria
cenegada de la nostalgia… hiriendo el aire que ahoga.
CAIDA
Flota
la esencia perpleja de la ira, se dirige al este o aquel ¡vaya usted a saber!
Pues allá donde caiga, alguien pagará por lo que no es suyo la medida desmedida
de un suspiro acalorado. Derretida la esencia de la noche, de su intriga, de la
austera tenebrosidad que doblega las estrellas, del tintineo errático del
silencio, de la nada… se oyó el rasgar atragantado del quebranto, del suspense
por no saber que ocurre en las dudas sibilinas del desdén, donde en la espesura
del hermético negro que envuelve el instante eterno de un suspiro nubla la
cordura de triple lazada.
AMANECER
Tenue…
se empieza a vislumbrar el aliento del sol. Se abraza la angustia al fuerte
vacio del abismo. La solapada intriga, salada, que rodeaba las cicatrices
roídas, que embadurnaba cavernas soeces en litigios austeros, esa ya no está,
la humedad de enojados parpados la disolvió. Se levantó sin ganas del sueño
desnutrido, bostezando sonrisas de media tinta que fueron esgrimiendo siluetas,
tatuando carcajadas en las paredes ennegrecidas del silencio.
Tenue…
pero ya se ve la luz.