viernes, 19 de julio de 2013

Autorretrato


Prácticamente inalcanzable. De hermético perecer. De sueños roídos y tropiezos por doquier. Cabizbajo en hermosura casual. En delirios absorto. En ganas de dormir por obligación. Aprendiendo cada segundo. Auto humillado como deber y obligado a luchar continuamente. De la noche enamorado. En pasiones por la luna. Despreciado sin razón. Hermano de la bondad. Introvertido como defensa y como escudo la invisibilidad. Despertando envidias sin pretenderlo. Dando el alma en cada acción. Enemigo de la mentira. En sueños a menudo. En aventuras constantemente. Destinado a ser grande y viviendo en pequeñez. Revoloteando en frenesí. Bajo tormentas helado y bajo el influjo de balbucear inmolado. Huérfano de maldad y carente de envidias. Desdichado por bandera y conquistador por aguerrido batallar. Despreciando la gloria y el ser ensalzado, mas amante de pasar desapercibido. Experto en saber olvidar e incapaz de recordar el día anterior. Por locura el ingenio de ingenioso voluntad que divaga en lo absurdo  del irremediable tararear. Inimitable. De irremediable elocuencia en suburbios ancestrales. De incomprendida seriedad. Payaso hasta la excelencia. Travieso con las palabras. De imaginación desbocada. En risas experto y de continuo. Leyenda olvidada demasiadas veces. Paseando con la soledad por costumbre. Solitario. Transeúnte de almas abatidas. Desatando ímpetu y fuerza de corceles indomables en todos los hechos. Carismático y audaz de hoyuelos tortuosos. Jamás participante en una discusión. Obviado por la vida. Como fénix resucitado una y otra vez sin aparentes quemaduras. Despreciable, quizás, como en este instante en el que leer este autorretrato puede significar bofetadas bien dadas, posiblemente las que merezco. Contradictorio. Pero ante todo, un caballero…