En efemérides dislocadas. En dodecaedros inherentes.
En imperceptibles sinfonías. En destellos peliagudos. En amaneceres
atolondrados. En disparates a bocajarro. En tinta y papel olvidados se
encuentran las notas en fase rem, clave de luna que en silencios de corchea
tintinean goteando, navegando por el rostro. Dedos danzarines pisotean el
marfil, hacen mella en el latido de madera, que resuena en la curvatura añil,
desplegando dulce estela que emerge y sumerge oídos ignorantes en fantasías
inventadas. Rezos bañados en esfuerzo, doblegando al tiempo a dar la razón,
apresurando acontecimientos donde titubea la pasión. Y del suelo emerge
suspirando, ya hipnotizado en el enarmónico ronroneo de teclas inconexas, un huracán
incontrolable de orquestas celestiales dejando sin palabras al viento. Caen los
parpados mojados tras el aplauso enrabietado de gloria. En holocaustos de redención.
En bohemias sensaciones. En sudores patidifusos. En letargo merecido. En
altares reconstruidos. En inmortales estandartes. En sueños cumplidos...