Allá guardado en cajones polvorientos se
guardaron sucias prendas desnutridas, sacudida alfombra de ceniza que
estrangula los poros que intentaron respirar y en el amanecer nublado de
alicaídas miradas se cerraron perspectivas intuitivas y dejaron en tumbas
inconscientes todos los instantes que ya no tienen valor.
Voló la
noche y los párpados no cejaron en su empeño de abrir todos los sueños,
ventanas medio abiertas, brisa pasajera y un susurro que acobardado se pasea
por los pasillos quebrando el silencio, respigando las pareces y dejando
escrito initium novum…
(Cuenta la leyenda que más allá de la memoria y lejos de
acordarse de lugares insondables, donde el sol agobiado se abanica boca abajo y
Rocinante ya no quiere cabalgar, un caballero surgió con apasionado fantasear. Proclamó
su amor incondicional a la más grande dama del Toboso y su fiel escudero con
paso firme le siguió. No se halló jamás en su mano el temor y bajo el estruendo
arrollador de historias en su mente nunca desfalleció. Aquel de la triste
figura que en plausible locura mil senderos trilló, fue dueño y señor de
enigmas aun por descubrir…)
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