En los albores de la inocencia
perdida
al sur del llanto, capa caída;
cuando restringida sin
dilación
la opinión fue ecuestre
cautiva
y la absoluta ironía de las
hadas
encarnadas en celestes
sinfonías
agobiaron con mesura y tesón
el bastón efímero de su
cordura.
Vieja niñez espolvoreada
sobrada de sueños, cargada de
lamentos
en las dunas de desiertos
ahogados;
agua inservible en nubes
cerradas
astros lejanos a tiro de
piedra
que hierran tinajas raídas al
viento.
Aliento inseguro en zurrones
olvidados
exhalando dardos ocultos
que minan su cielo en embargo
sin celo
tildando comas y presuntos
recuerdos
en los albores de la inocencia
herida
y en harapos mordida,
cuando restringida duerme la
memoria
sobre un arma, dura almohada
pátina,
juguete que exclama violencia
y manos rasgadas al
estrangular la conciencia;
inhóspito vergel efervescente
orificio inclemente y
raquítico plan,
dúctil indiferencia,
a otro lado, volver a mirar.
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