lunes, 28 de enero de 2013

Alma de Tinta


A veces, simplemente a veces, cuando me dejo llevar por las letras que agarran mis manos, las desean, y las llevan de allá para acá haciendo de ellas una marioneta danzarina de versos gélidos y ardientes deseos, riegan las hojas en blanco de mi jardín, floreciendo enredaderas de rimas y locuras desmedidas e insípidas que alimentan mi alma; sí, son esas letras las que posen mi alma de tinta en un cuerpo de carne y no dan tregua a este corazón irrazonable de papel.

Por eso me dejaré llevar en azules vestigios por una tempestad de tinta; surcaré, siempre presto a la aventura, con mi barco de papel a la deriva, dejaré que las olas escriban despedidas mojadas, impelidas por los vientos elíseos de mis sueños, y allí… naufragar.

Y bajo la luz de una vela marchita, veo como se consume mi vida de cera por las llamas de un fuego efímero que se apagará cuando suelte mi mano, gota a gota pierdo fuerzas y son mis lagrimas estocadas desoladas que traspasan cicatrices, que voltean pensamientos, que enmudecen las gargantas; es la sal que asola verdes prados, en mi cara los quebranta y es aciaga la esperanza para unos dedos ya cansados de sangrar tinta invisible.

Es fugaz la estrella que pasea por mis cielos negros, mis deseos yo le pido, mis palabras yo derrito en el último suspiro, nunca se sabe dónde está la puerta que te lleve al otro lado y quizá, con ella, con esa estrella, pueda volver a surcar acantilados afilados sin volverme a dañar.

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