Yo estaba atado al olvido de una gélida noche
de lluvia y no vi nada
Bajo el descarado hipnotismo de unas jarras de
licor que mellaron mi equilibrio y no vi nada
Estuve con dos ángeles surcando mares de nubes
algodonadas y no vi nada
Mecí el suelo con los terremotos impredecibles
de mis pies y no vi nada
Dejé que tus cielos azules encapotaran mi alma
de seda y no vi nada
En mis bolsillos labrados en inocencia guarde
las caricias de tus palabras y no vi nada
¡Maldije la arena que grano a grano venció en la hora señalada! y no vi nada
Y cuando desperté aturdido del efímero sueño de
tus brazos… seguí sin ver nada.
Así que con las dioptrías carentes de mi
personalidad salí afuera
A lo más hondo de mi lago salado,
Que es alago al llanto perenne de mis alas,
Palpando a tientas los bordes frágiles de tu
mirada
Me agarraste… y pusiste gafas
a mis praderas desiertas, y te vi,
Y al verte… subió de nuevo el telón en esta
función que comenzó a latir
Al verte me desprendí de las legañas que apesadumbraban
mi espalda echa girones
Al verte se desbocaron los caballos reprimidos
por el dolor por mis venas
Al verte comprendí que es esta soga que me
ahoga cuando oigo tu voz
Al verte entendí que no sirve de nada regar las
penas que baldean por soledad
Y al verte, revoloteando tan dulce como
siempre, te siguió a ciegas mi corazón.
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